En el interior de la corona, hay una lámina circular de
metal: la tradición cuenta que esta fue forjada con el hierro de uno de los
clavos que se usaron en la crucifixión de Cristo. Por este motivo, la corona es
también venerada como reliquia y se encuentra custodiada en una capilla de la
catedral de Monza (Italia), llamada capilla de Teodolinda.
Según la leyenda, el Santo Clavo que está en Milán, fue regalado a San Ambrosio de Milán por el emperador Teodosio el Grande, quien lo heredó de sus antepasados.
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